martes, 29 de septiembre de 2009

De reclamos y árbitros

El nivel del arbitraje en el Perú ha llegado a un nivel tan bajo que luego de cada fecha jugada lo que más se escucha son quejas contra las decisiones de la terna durante el partido. Pero surge una interrogante: ¿es tan malo el nivel de los árbitros o es que el nivel de los equipos peruanos de la primera división también deja mucho que desear? Yo creo que tiene que ver con un poco de todo. Me explico mejor: el futbol peruano en si es el gran problema, y todo empieza desde las bases. Sin una buena dirigencia, lo demás se corrompe y mancha con el color del fracaso. No asistir a un mundial hace más de 20 años no es culpa de los árbitros. Ser los últimos de Sudamérica no es culpa del arbitraje. Lo que quiero decir es que se trata de “una raya más al tigre” (o al fútbol). La gestión de los dirigentes peruanos da para muchos post; este sólo tocará la realidad de los árbitros para intentar aproximarnos a conocer la realidad del fútbol peruano.
El paso a la profesionalización del deporte más popular en nuestro país es muy lento: no todos los equipos de primera división se manejan de manera profesional, y ni que decir respecto a los de segunda; los árbitros tampoco son la excepción. Los equipos, al menos, entrenan todos los días (muchos lo hacen a duras penas), los jugadores tienen sueldos por su trabajo (pocos cobran puntual, algunos atrasados y a otros ni les pagan); en el caso de los jueces, casi todos (por no decir todos) sobreviven con ingresos provenientes de sus trabajos regulares: hay médicos, abogados, y de otras especialidades. Mientras un futbolista sobrevive con el fruto de su trabajo entrenando a diario y jugando los fines de semana; el árbitro entrena unas pocas horas por semana con muchas dificultades y tiene que arbitrar los fines de semana. El resultado es evidente: falta de distancia, de físico, de reflejos y de criterio; además sus capacidades para manejar y hacer respetar las reglas de juego muchas veces son puesta en duda debido a decisiones polémicas. El resultado del mal trabajo y la poca capacidad se aprecia cada partido con críticas del periodismo y de los propios protagonistas del juego.
Es cierto que el equipo planifica su trabajo durante la semana esperando ganar y sumar puntos en la tabla; pero muchas veces se olvida que ese tiempo que pasaron entrenando, el árbitro lo pasó trabajando para poder conseguir los medios económicos para sobrevivir junto con sus familias. Ellos lo toman más como un pasatiempo que como una profesión; esa es la gran diferencia: el fútbol es profesional y el árbitro es amateur. Son dos categorías distintas y mientras no haya un cambio a favor de la profesionalización del arbitraje las cosas seguirán así.
Sin embargo, la mala calidad de los arbitrajes no es una disculpa para pobre nivel del fútbol peruano. Se ha puesto muy de moda que jugadores y técnicos echen la culpa al arbitraje cada vez que pierden. Es común escuchar frases como: “el árbitro nos robó el partido”, “trabajamos bien en la semana para que venga el árbitro a meternos la mano al bolsillo”, “si no fuera por ese error del árbitro, ganábamos”, y muchas otras más. Al final de cada fecha se escuchan los lamentos del equipo perdedor, e incluso llegan a increparle sus errores ofendiéndolos verbalmente; lo que termina con una suspensión en contra de los reclamantes.
Pero, ¿realmente es tan malo el nivel? El error arbitral siempre existirá, en el Perú, Argentina o Europa. Vimos hace unos meses cómo el árbitro de la final de la Champions League influyó en el resultado, dándole el título al Barcelona de España sobre el Chelsea inglés. Durante el juego, los jugadores reclamaron los errores e incluso Drogba reclamó airadamente al árbitro. Luego del partido le pusieron una suspensión de 4 fechas, pero el técnico del equipo perdedor no dijo que “le arruinaron su trabajo” o que “le metieron la mano al bolsillo”. Allá por el 2002, en el mundial en Corea y Japón, en el partido entre España y Corea del Sur el juez de línea anula un gol legítimo a los españoles, quienes al final se vieron eliminados. Más allá de las molestias, ¿alguien dijo algo? No.
Todo indica que la moda de los reclamos al arbitraje la impone el fútbol peruano. Los jugadores tienen como principales representantes a Juan Jayo, Edwin Pérez, Roberto Palacios, y casi todos los jugadores “mayores”; entre los técnicos tenemos al “vago” Oblitas, Teddy Cardama y Marcelo Trobiani (quien acaba de dejar Cienciano). Y los dirigentes tampoco se escapan, con Juvenal Silva a la cabeza. En lugar de reclamarle al árbitro y echarle la culpa cada vez que pierden, deben dedicarse a hacer autocrítica y corregir sus errores con miras a los próximos partidos. El insulto, la matonería y las frases ofensivas son las principales armas de los reclamones. Como dijo hace poco el representante de los árbitros, Winston Reátegui, ¿acaso alguien le dice a los técnicos o jugadores que renuncien cada vez que su equipo pierde?
Por último, no podemos dejar de lado el aspecto dirigencial del arbitraje, representado por la CONAR. Cuando un jugador comete un error garrafal en un partido, el técnico casi siempre opta por mandarlo a la congeladora por un par de fechas para que trabaje más duro y responda a las expectativas. En el caso de la CONAR sucede lo contrario: cuando un árbitro o juez de línea se equivoca en contra de un equipo, misteriosamente lo “premian” con arbitrar al rival que perjudicó en la fecha siguiente. Creo que el arbitraje no hace autocrítica y muchas veces adoptan poses soberbias creyéndose los todopoderosos. El árbitro no es el protagonista del juego; dentro del campo es el jugador quien se tiene que llevar las miradas. Mientras menos se sepa del árbitro, es cuando mejor lo hizo, cuando menos influyó en el resultado. A veces un fallo pareciera intencionado, digitado por una mano negra para favorecer a cierto equipo, pero considero que no es así: eso es incapacidad.
Si un árbitro se equivoca convalidando un gol que no debió ser, ya no se puede hacer nada; los puntos no se devuelven, ni el gol se anula, ni el partido se vuelve a jugar. Sólo queda que la terna acepte su error públicamente y se someta a las sanciones respectivas de su institución. Nada más. Los lloriqueos y reclamos no sirven para nada. Recomiendo y demando más silencio, pensar sólo en fútbol y dejar hacer su trabajo al árbitro. Creo que es la única manera de que al final de los 90 minutos el perdedor y el ganador se vayan conformes con el arbitraje. Lo del rendimiento del equipo es otro tema y otro post.
hoy no hay foto porque no se pudo subir por problemas técnicos.

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